Cosmicrafts: Un sueño americano

Por: Ulises Ladislao

Luego de muchos años de ser un consumado videojugador en importantes torneos, y ser productor freelancer de videos corporativos aquí y allá, en 2016 Omar Hernández Salmerón modificó su estrategia de vida: ¿para qué jugar en inciertas competencias, donde además de mucha destreza se requiere harta suerte, si el verdadero negocio está en crear un videojuego propio?, ¿qué tan difícil podría ser? 

Todo comenzó ese mismo año en su natal Guadalajara, donde vivió sus primeros 30 años, cuando Omar se inscribió en la escuela, y se apresuró a tomar clases de desarrollo de videojuegos. Pero los sueños como las calabazas en un camión, se acomodan solos con la realidad, y pasado el tiempo se dio cuenta que tal empresa no podía ser esfuerzo exclusivo de una sola persona: el volumen de conocimiento necesario y las habilidades especializadas no se reúnen en un único frasco ni se resuelven en el santiamén de un chasquido de tres dedos. 

De golpe y porrazo Hernández Salmerón cayó en cuenta que se necesitaba conseguir un equipo humano especializado para poder desarrollar todas las áreas que precisa la edición de un videojuego de primer orden.

En tanto producía videos, en sus tiempos libres comenzó a escribir la historia que sería la temática del videojuego, en este caso la de un gobierno que tiene orden, impone leyes y busca preservar la paz del universo, en un ambiente tipo starwars, que incluía ámbitos, artefactos, lugares y personajes. Para avanzar en lo que se pudiera, contrató a los propios artistas que le ayudaban a realizar ilustraciones para sus videos, con el propósito de esbozar los primeros conceptos de los protagonistas y las naves espaciales de diferentes facciones del incipiente videojuego, que comprende piratas, alienígenas y otros seres.  

Saber ejecutar un poco de cada uno de esos temas no es suficiente, aceptó a su debido tiempo el emprendedor; un generalista es todo y nada al mismo tiempo; en este punto, los especialistas, sus conocimientos y sus onerosos honorarios toman el mando.

Si fuera cuestión tan sólo de artistas la meta sería sencilla, pero en estos menesteres el ejército de capital humano debe ser multidisciplinario, por ejemplo, con técnicos para realizar el modelaje en 3D y las texturas de todos los dibujos. 

Y vaya que sus servicios son caros, y los salarios en México no están para pagar otros. No obstante, la suerte es caprichosa y justamente cuando más se necesitaba, desde una granja en Estados Unidos le surgió a Omar una oferta muy atractiva de empleo, no sólo por la extraordinaria paga sino porque podía vivir ahí sin gastar en renta ni en comida. Así, prácticamente todo el sueldo podía destinarlo a invertir en capital humano para el ansiado desarrollo.

Así en agosto del 2016 se lanzó a la aventura de laborar como campesino. Empezó a trabajar el proyecto entre febrero y marzo de 2016, y para ese entonces ya había conseguido reunir muchos documentos y construir bases sólidas para desarrollar el videojuego. 

De esta forma, no importó trabajar en la granja de 6 de la mañana a 10 de la noche, cada uno de los siete días a la semana y perder todo contacto con el mundo entero. porque en el lugar no salía ni entraba ninguna señal. 

A mediados de noviembre regresó a México con el capital acumulado y contactó a cuatro artistas y dos programadores, con la idea de conformar un equipo de trabajo más formal, por un sueldo mensual. 

Los artistas se encargaron de dibujar naves y pasarlas al proceso de 3D, mientras los programadores de conformar el juego y lograr que fuera multijugador. 

De esta manera trabajó durante tres meses hasta que se le acabó el dinero, no sin antes sacar una versión funcional del juego, aunque sin apreciarse como un videojuego profesional. Entonces, no hubo otra opción que regresar a trabajar a la granja. Sin embargo, para entonces el equipo se había fragmentado: los artistas que no estaban entregando los resultados esperados se fueron. Desde el punto de vista financiero, analizó Omar, estaba fallando la estrategia de otorgar sueldos y no era viable tener el equipo de arte por medio de este modelo –la ruina se asomaba a lo lejos–, sobre todo porque no era gente profesional para el trabajo. 

Al cabo, decidió ocupar talento artístico profesional para obtener mejores resultados en lo visual, pero esa era una apuesta “carisisísima”, más de lo que estaba ganando, con lo que apenas le alcanzó para pagar a uno medio tiempo 

El proceso de desarrollo en 2017 tuvo un avance muy lento por razones económicas. El plan era mejorar lo hecho y seguir haciéndolo todo el tiempo, como ha sido hasta la fecha.

La alta demanda de recursos le hizo saber que trabajar en Estados Unidos era vital para seguir financiando el proyecto para así mantener el ritmo de gastos; pero, por desgracia, un penoso pleito entre socios de la granja en 2018 cerró la posibilidad de poder trabajar de nuevo en ella.

No había vuelta de hoja y regresó allá por tercera vez, aunque en más difíciles condiciones, pues sólo logró empleó en un localito arreglando computadoras, en el cual no abundaba el trabajo suficiente para poder vivir de eso; más tarde se cambió a un restaurante como lavaplatos y tener mejores ingresos fijos; luego incursionó en jardinería. 

En 2019 encontró en el área de construcción un ingreso que le permitió ahorrar dinero. con la principal responsabilidad de conseguir recursos para mantener el desarrollo, pues para ese momento ya les debía dinero a los programadores, uno de los cuales desertó del proyecto por falta de pago.

Pero, no hay mal que dure 100 años, y la fortuna tocó la puerta del esforzado albañil. Omar encontró su gran oportunidad en Dfinity hacia 2021, una compañía que impulsa una criptomoneda para desarrollar su plataforma, mediante el ofrecimiento de fondos a proyectos que tuvieran la capacidad de aportar fortaleza a su plataforma. 

El trabajador de la construcción no dejó pasar este tren y propuso como proyecto justamente el desarrollo de su videojuego. La aceptación le dio un giro no sólo a su trayectoria profesional sino a su vida entera.

El financiamiento por un monto de 25 mil dólares inicialmente, revitalizó el objetivo de Omar y le proporcionó oxígeno vital luego de naufragar en las profundidades de las penurias económicas.

En la actualidad, estos fondos les están ayudando para contratar gente profesional en el área y acomodar las calabazas de sus sueños. Sin embargo, se requieren más fondos y está en busca de ellos para operar en 2022, con el equipo sólido establecido.

Y a pesar de que existen riesgos subyacentes de por medio, que pueden hacer que el proyecto enfrente otras encrucijadas, lo cierto es que la perspectiva de Omar Hernández ha cambiado. Hoy ya ha fundado la empresa “World of Unreal LLC”, cuyo primer producto “Cosmicrafts”, de acuerdo con sus estimaciones, estará listo para el próximo marzo para poder comercializarlo al público.